Tuve una chocante mas iluminadora experiencia muchos años pasados, durante mi carrera en el servicio de correo. Un compañero de trabajo, sabiendo que yo era cristiano, se propuso a hacerme el objeto de una broma. Ante un grupito de otros empleados, de distancia me hizo una pregunta. Me preguntó si yo sabía donde estaba situado un cierto club nocturno. Sin duda, el sabía que dicho lugar estaba cerca de mi casa, y que yo conocía su nombre tanto como su dirección. No realizando que esta era solo una trampa, sentí que esta sería una perfecta oportunidad de confesar mi fe publicamente. Mi respuesta inmediata a su pregunta fue esta: "Señor, yo ya no frecuento tales lugares." El respondió más pronto que yo:"No te pregunté si lo frecuentas, idiota, te pregunté si sabes donde está." No creo es necesario decirles que todos los que nos oyeron, disfrutaron una grande risa a mi cuenta. Lo que aprendí, fue esto: (1) De aquí en adelante trataré de contestar cada pregunta si tengo la respuesta, sin tratar de evitar el asunto. (2) Dejaré que mis acciones hablen de mi fe antes que mis labios, y (3) creo que tengo una habilidad

natural de hacer a la gente reir.